Había una vez en… Hollywood
Once Upon a Time in... Hollywood
Había una vez en… Hollywood , años 60. La estrella de un western televisivo, Rick Dalton (DiCaprio), intenta amoldarse a los cambios del medio al mismo tiempo que su doble (Pitt). La vida de Dalton está ligada completamente a Hollywood, y es vecino de la joven y prometedora actriz y modelo Sharon Tate (Robbie) que acaba de casarse con el prestigioso director Roman Polanski. … Había una vez en… Hollywood
Critica:
Ya lo dijo Tarantino en una de sus últimas entrevistas promocionando la película: ni hacerla fue un camino de rosas (el director se distancia por primera vez de Harvey Weinstein tras el #MeToo, manteniendo control creativo total eso sí), ni la historia que presenta la misma tampoco lo es. Mucha gente se va a decepcionar porque va a ir a verla creyendo que la trama va de lo que ocurre con Sharon Tate, o porque se espere al Tarantino más comercial y/o esperado a nivel de violencia. Ya digo desde ya que es una película que habla del cine. Sobre el cine dentro y fuera de la pantalla. Sobre los rodajes, sus equipos artísticos y técnicos. Una carta de amor y relativo odio al cine.
Ya desde los títulos iniciales -NO es spoiler-, cuando aparecen los nombres de DiCaprio y Pitt, los mismos están sentados al contrario de donde aparecen, como un espejo. Determinadas escenas con Pitt, Robbie (breve momento cuando Pitt/Booth la observa mientras ella está en la habitación) o el mismo DiCaprio (cuando desahoga en su remolque tras estropear una escena) tienen espejos por el medio. La película no es un retrato robot de la realidad ocurrida, la película es cine. Es cine en su máxima expresión: es ilusión, espejismo. Entretenimiento hecho a la medida del creador. Se toma por tanto licencias notables con las personas de Tate (Margot Robbie está perfecta), Polanski, Steve McQueen (podría haber sido más que un cameo glorificado) o Bruce Lee (desternillante) entre otros. Tarantino hace lo que nosotros hubiéramos querido hacer cuándo éramos niños: hacer nuestros antojos realidad anteponiendo nuestra emoción a la razón. Prueba de ello sin soltar spoilers es la maravillosa secuencia de Tate/Robbie en el cine viéndose a sí misma y contemplando la reacción del público.
Así mismo, esta película también contiene retazos de dureza emocional. En el cine no todo es bonito, quizás nada realmente. Y eso se aprecia por la presión en los rodajes, los rumores que circulan y hacen vetar ciertas personas (el pasado ambiguo del personaje de Booth), los problemas personales de DiCaprio al haberse visto triunfador y ahora estar en decadencia coincidiendo con un relevo generacional, cómo su agente (Pacino) le hunde la moral, el tener una buena edad para vivir pero una cifra con la que te tachan de “viejo” en el mundo del espectáculo, el eterno duelo de los actores al repasar lo que podría haber sido su carrera y al final no fue (el momento ‘Gran evasión’). Casos reales hay y conocidos: Rooney Mara iba a volver como Lisbeth Salander hasta que Claire Foy pegó un espontáneo subidón con ‘The Crown’ y se lo ganó (merecidamente para mí, pese a que la cinta se la pegó en taquilla). Dougray Scott iba a ser Logan/Lobezno en ‘X-Men’ pero al enrolarse en la segunda de Misión Imposible, un desconocido Hugh Jackman se convirtió en la leyenda que es hoy. Jake Gyllenhaal casi es el …. Había una vez en… Hollywood